domingo, 15 de febrero de 2009

Algo digno de un Domingo a la tarde...

Y mientras escucho una voz que susurra que de un vistazo a mi alrededor, que no sea tonta, y que alguien se encargará de recoger las culpas de estos pecados; recuerdo personas que ame, y odie al mismo tiempo. Que crearon en mi, fantasmas con los cuales convivo dia a dia, a los cuales le hablo, les cuento, a los cuales siento conmigo a pesar de los años.Creo que lo que me hace recordar tanto, es la manera indiscreta y poco eficiente que busco de olvidar.
Quisiera además, dejar de sentir sobre mi cuerpo las miradas inquisidoras, los dedos acusadores, las espaldas contra mis ojos, las palabras que apuñalan.
Me gustaría que no existieran aquellas pequeñas varitas, del tamaño de una aguja pero con el poder de 300 caballos, de deshacer sueños –Aquellas que solo poseen las personas que nunca los tuvieron, o que se rindieron antes de tiempo, sin haber traspasado su propio limite.(¿No vivir al limite, es acaso, una vida digna de ser vivida?)
No quiero tantos desayunos con noticias asesinas, ni miradas gachas en las calles abarrotadas, ni almas ineditas en sueños.
No quiero tanta miseria, ni tumbarme en una cama a rezar por no despertar, no quiero tanta frivolidad a mi alrededor, ni que seas tan solo un recuerdo empolvado.Ni siquiera las palabras atinan a salir como antes, ligeras, sueltas, andantes, livianas.Cada verso se arranca de mi alma como un pedazo de piel, incrustado a mis huesos.Pero es Domingo por la tarde y espero una huída o un milagro...

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