domingo, 4 de diciembre de 2011


Hay días que Martina se levanta y la vida parece una fiesta. Otras veces abre los ojos y desearía estar a cien mil kilómetros de distancia. Pero esta aquí, ahora.
Escucha ruidos, voces, pero no entiende.
Lee números que indican el paso del tiempo pero tampoco entiende.

Esos días Martina va y viene siempre en el mismo lugar. Las horas no pasan porque no existen, y vivir se transforma en un eterno presente con un signo de interrogación. No hay certezas, no hay dudas. No hay nada. Martina perdida.